Viajar para aprender

¿Alguna vez te has planteado por qué nos gusta viajar?

Desde la Edad Media el ser humano se ha movido incentivado por el conocimiento, por el saber. Ya en esta época las élites sociales viajaban para formarse en diversas universidades a fin de obtener un aprendizaje significativo que saciara su necesidad vital de conocer y para adquirir nuevos enfoques de entender la vida.

No cabe duda de que en la actualidad viajamos en gran parte motivados por el placer, no obstante, no debemos olvidar que ese placer radica en el fondo en la adquisición de cultura y experiencia.

Viajar nos hace sentir

Gracias a los viajes nos esparcimos, hacemos que nuestro ajetreado ritmo de vida pare y nos centramos en lo que de verdad es importante, en sentir. Es curioso como el día a día pasa sin que apenas nos percatemos, no nos permitimos razonar, simplemente ponemos “el modo automático” y postergamos el sentir porque tenemos “que hacer”.

Todos y cada uno de los rincones del planeta nos esperan para desvelarnos sus secretos, para completarnos como personas.

He de decir que pienso que es durante los viajes cuando el humano adulto recobra esa esencia de la niñez y aprende divirtiéndose a través de sus sentidos. Para los niños todo es nuevo, todo lo que se encuentra a su alrededor son nuevos conceptos y conductas por conocer pero, cuando llegamos a la edad adulta nuestros ojos de niño parecen cerrarse para pasar a ojos ciegos ante la grandiosidad de la existencia.

La experiencia intangible de viajar

Los países occidentales estamos sumidos en una ética utilitarista (basada en lo que desea la mayoría y discriminatoria de los intereses de las minorías) y en ocasiones demasiado materialista. Damos una excesiva importancia a “tener”, “comprar”, “poseer”, “acumular” y nos olvidamos de lo esencial. Dejamos de lado la naturaleza ya expuesta por Aristóteles del hombre y la mujer como seres racionales.

Algunos consideran viajar como un acto materialista, yo en cambio lo considero como el hecho más inmaterial que pueda haber.

Los olores, los paisajes, los sonidos, las impresiones… son algo intangible. Cada uno siente de un modo totalmente distinto y por ende, debemos aprender mediante nuestros propios sentidos.

Por ejemplo, resulta imposible explicar lo que sientes cuando tus ojos miran por primera vez el hermoso desierto del Sahara, cuando tu piel roza la cálida arena, cuando tus oídos escuchan la paz y el “no sonido” de la noche, cuando tu olfato capta cada matiz de los perfumes y aromas naturales presentes en Marruecos, cuando eres capaz de quitar importancia a todos tus problemas y centrarte en vivir.

Viajar nos hace más humanos

Viajar nos hace más humanos, de eso no cabe duda. El placer de descubrir, de emocionarse ante la belleza de lo desconocido, de penetrar en culturas nuevas para nosotros y comprender la forma de pensar y ver la vida de sus personas es algo que no tiene precio.

Viajando no solo conocerás lugares nuevos sino que podrás conocerte más a ti mismo.

Mi consejo para hoy es, que imagines pero sobre todo sientas, que te permitas viajar y que redescubras el placer de conocer cosas nuevas, de volver a tener los ojos de niño que dejaste atrás hace ya muchos años.

 

Fuentes y enlaces de interés:

– “Quiero viajar pero no sé cómo empezar, guía para potenciales viajeros” (Aniko Villalba)

Link: http://viajandoporahi.com/quiero-viajar-pero-no-se-como-empezar-guia-para-potenciales-viajeros

– “Viajar es conocer nuevos lugares y conocerme más a mí” (Noticias positivas en educación y cultura)

Link: http://www.noticiaspositivas.net/2014/09/15/viajar-es-aprender-conocer-nuevos-lugares-y-conocerme-mas-a-mi/

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